Embarcamos a Japón a través de los ojos de Jiro y los sentimientos de Ichiro, un pobre hombre que no concilia mente-corazón. Incapaz de sociabilizar o empatizar como la gente común y su desacuerdo sobre los pasos que guiaban la sociedad japonesa en esos tiempos donde el avance no espera a nadie, se abrirá en él una herida de incomprensión y frustración.

El caminante nos da planteamientos para reflexionar sobre el comportamiento dentro de la familia, ya que en ésta es donde reside más tabus, vergüenzas o miedos a defraudar etc... La familia ¿Debería ser un apoyo incondicional o unas relaciones que nunca deberíamos defraudar? El miedo de no cumplir las espectativas, nos impregnan de inseguridades y máscaras. La sinceridad no concilia con el respeto paterno, dentro de una jerarquía familiar siempre hay un lado fuerte y un lado débil. Como tal, no existe la igualdad familiar.
"Quienes se sitúan del lado de la moralidad pueden parecer temporalmente victoriosos, pero en realidad son los perdedores para toda la eternidad. Al contrario, quienes siguen sus instintos naturales pueden parecer perdedores temporales, pero serán los eternos ganadores."
"Prefiero al hombre vivo que al Dios muerto."
"Me doy cuenta de lo feliz que sería si nunca despertase de ese sueño, pero al mismo tiempo, también me doy cuenta de que se sentiría profundamente triste si nadie lo despertara."
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