Jonas Jonasson nos presenta este libro que contiene dos líneas temporales. En tiempo real, la loca y rocambolesca huida del anciano centenario. La otra línea temporal consiste en la historia de esos cien años haciendo un recorrido histórico del último siglo.
Empezaremos exponiendo como era Allan Karlsson. El anciano no siempre fue un anciano, y ante esta obviedad diremos que nació dentro de una familia humilde de campo a las a fueras de un pueblo de Suecia. Su padre ferviente seguidor de la política se fue a combatir a la URSS a favor del zar dejándolos en una posición más humilde aún, el pequeño Allan se tenía que poner a trabajar, y eso hizo, en una fábrica de explosivos hasta que inauguró su propia empresa de explosivos. Más tarde su madre murió, y pasó un periodo en un psiquiátrico por un accidente con una prueba de explosivos donde murió una persona. Allan solo necesitaba tres comidas diarias y una cama, así que fiel a sus principios no le importó vivir allí. Hasta que el psiquiatra le comunicó que su tratamiento había terminado.
Harto de los aires de Suecia y con un alma ansiosa de ver mundo se va a España con la mala suerte que coincidió con la guerra civil española. Sobrevivió por el valor de sus conocimientos en explosivos y en una sucesión de casualidades le salvo la vida a Franco, ganándose su gratitud. Cansado de esa guerra que él ni entendía ni le interesaba ya que Allan Karlsson era un ser apolítico y sin ideología. Sin ningún tipo de nostalgia y con la ayuda de Franco puso rumbo a EEUU.
En EEUU cuando fueron conscientes de sus conocimientos en explosivos (tan codiciados en el siglo XX) le ofrecieron un puesto de ayudante en los Álamos donde se disponían a la fabricación de la bomba atómica. Allan de una forma discreta dio la clave para el funcionamiento de la bomba. El presidente de EEUU viendo sus cualidades le mando a ayudar a la facción anticomunista en China. Pero una vez allí decidió que el no tenía que influir en esa disputa y puso rumbo a Suecia sin prisas ya que iba caminando. Al llegar a Palestina es detenido y obligado a hacer una bomba lapa, aunque Allan consigue escapar.
Una vez en Suecia es abordado por un científico de la URSS y Allan que no pensaba en nada ni se planteaba nunca lo que puede suponer su acción, fue con él. Pero en este país como en tantos otros, Allan tuvo un desencuentro con el líder Stalin y acabó en un campo de trabajos forzados. Tras cinco largos años decide escapar ya que como dijimos antes, con tres comidas y cama Allan casi estaba conforme pero era un hombre que quería un trago de aguardiente.
Tras escaparse junto con un compañero del campo llamado Einstein , Corea le paró los pies. Por un golpe de suerte al líder norcoreano le acompañaba Mao, líder comunista de China. Mao le debía la vida de su mujer a Allan, años atrás en su breve paso en China. Así que haciendo pago de su deuda, cubre a Allan de billetes y los manda a su compañero y a él a Bali, Indonesia donde podrán vivir a pierna suelta, ya que la URSS los buscaba.
Tras muchos años en la isla paradisíaca, a sus sesenta y pico años viaja junto con la mujer de su compañero (embajadora de Indonesia) y su compañero Einstein a Francia. Tras conocerlo un agente de la CIA le ofrece trabajar para ellos. Aceptando la propuesta, ya que Allan cualquier plan le venía bien mientras no le hablasen de política. Estuvo, literalmente, jugando a ser espía ya que ningún informe que redactó estaba basado en datos reales. Tras este episodio de espía decide descansar y una residencia, para variar, tampoco le parece mal destino.
Aquí es donde empieza la historia presente, la de la huida de la residencia del anciano centenario.
Allan tras huir de la residencia se dirige a la estación de autobuses, y un encuentro con un joven que de forma maleducada le deja unas maletas para que vigilará mientras el iba al aseo, cambiará esta aventura de forma vertiginosa. El autobús llegó y la puerta del aseo no se abría, así que Allan sin importarle mucho las reprimendas coge la maleta y sube al autobús. Sin saber que la maleta contiene cincuenta millones de coronas y el chico del aseo, un miembro de una banda criminal, así empieza la última aventura del gran Allan Karlsson.
Tras apearse del autobús en una parada solitaria y sin nada que le indicase un indicio de vida cerca, Allan echa a andar con la maleta hasta encontrar una estación de trenes abandonada donde conoce a J, un caradura que a sus setenta y pico años se ha ganado la vida robando y timando. Allan lo convierte en su cómplice y cuando llega el dueño de la maleta (tras haber amenazado al taquillero de la estación y enterarse de su dirección) con un golpe traicionero consiguen reducirlo y meterlo en el congelador, matándolo más tarde ya que se olvidan de desenchufar el arcón.
Siguiendo su vertiginosa fuga, todo lo que unas piernas de cien años pueden dar, huyen con el cuerpo inerte del criminal y lo dejan en un buen sitio escondido. Tras deshacerse de molestias, contratan a un vendedor ambulante de salchichas como chófer junto con su coche.
Agotados deciden parar en una casa bastante solitaria donde encuentran a una mujer que los acoge por lo que ella creía un día, pero tras una buena conexión con el chófer y los simpáticos ancianos se quedan más tiempo.
Tras conocer al extraño acompañante de la mujer, un elefante y la visita de otro miembro de la banda criminal, que dará buena cuenta de esta "mascota" deciden seguir con su huida tanto de la policía como de la banda criminal, se habían ganado muchos enemigos en este paseo vertiginoso hacia ningún lugar. Su siguiente destino temporal sería la casa del hermano del chófer, donde por el camino tendrán una serie de problemas, como durante todo el libro, y tras llegar a la casa son encontrados finalmente por el policía que llevaba siguiéndoles la pista durante todo el viaje. Pero gracias a su simpatía y de haber formado una especie de familia durante ese duro camino encandilan al policía, incapaz de denunciarles y al final formando parte de ellos en su último viaje.
En opinión personal es una lectura excesivamente vertiginosa, sin espacios de perfil bajo apenas. Esto provoca no asentar con cimientos fuertes en tu memoria ciertos acontecimientos, no da tiempo a asimilar por su velocidad, a pesar de esto es una buena historia aunque vista a cámara rápida.
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